La naturaleza es, sin duda, el mejor escenario y más completo para generarnos bienestar de manera casi siempre ilimitada. Pero la mera exposición al entorno natural no es suficiente. Es así como surgen los Jardines Terapéuticos o Healing Garden, los cuales han dado un paso más allá en la realización de ciertos tratamientos vinculados a la asistencia sanitaria.
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Históricamente los hospitales y centros asistenciales contaban con un jardín como parte fundamental de su programa. Con el auge de los avances tecnológicos la idea de un jardín como herramienta asistencial quedó apartada y ha sido a apenas hace unas décadas cuando se ha comenzado a retomar esta idea.
Un Jardín Terapéutico, a diferencia de un jardín tradicional, contiene elementos técnica y estratégicamente dispuestos de cara a favorecer un objetivo terapéutico específico. Estos espacios no sólo proponen una interacción directa con la naturaleza, sino que se nutren de esta para rehabilitar, educar, estimular y desarrollar aspectos físicos, psicológicos y socio-emocionales del individuo. Los proyectos deben abordarse siempre desde un enfoque multidisciplinar, donde el terapeuta trabajará de la mano de paisajistas, biólogos e ingenieros agrónomos de cara a obtener un resultado completamente funcional.
Muchas de las terapias realizadas hoy en día en espacios de interior serían aún más efectivas realizadas en un entorno natural. El miedo y la ansiedad asociada a espacios de interior en instalaciones sanitarias se conoce popularmente como ‘Síndrome de la bata blanca’, un proceso durante el cual el usuario ve incrementados sus niveles de ansiedad y estrés durante tratamientos que deberían ser beneficiosos. En un Jardín Terapéutico este fenómeno no ocurre ya que el contexto natural proporciona un escenario mucho más confortable, emocionalmente hablando, donde la rehabilitación de una dolencia resulta menos abrumadora que en entornos artificiosos y en ocasiones hostiles para el paciente, en consecuencia, las terapias obtienen resultados en un tiempo menor y el alcance de estas es mayor en un paciente relajado y más receptivo a recibirlas.
Las escalas de implantación de estos Jardines Terapéuticos son tan variables como el espacio del que se disponga. Desde los más complejos, que se encuentran obviamente dentro de recintos medico-asistenciales, hasta una pequeña terraza. La mayoría de los espacios pueden transformarse en un entorno terapéutico para la estimulación temprana de los más pequeños de la casa, para la rehabilitación fisiológica y motriz tras un accidente; hasta entornos de estimulación neurológica previstos para pacientes con demencia o deterioro cognitivo.
Los beneficios son tan variados como las aplicaciones de estos. Entre los físicos, está la reducción de síntomas asociados a trastornos de ansiedad como la presión sanguínea, mejoras en la motricidad, el equilibrio y la coordinación muscular; entre los psicológicos, está la mejora en las respuestas sensoriales, la reducción de los niveles de ansiedad y estrés, el incremento de la memoria, los niveles de atención y los niveles de empoderamiento y autoestima; entre los sociales, está el incremento de los niveles de socialización, la inserción social de pacientes disgregados o excluidos por sus patologías, o el entrenamiento para la reintegración laboral, entre muchos otros.
Las administraciones deben comenzar a plantearse la generación y promoción de estos entornos naturales en nuestras ciudades, incluso la creación de una red de estos Jardines Terapéuticos capaces de beneficiar a la población a gran escala, con un acceso gratuito e ilimitado.