Este árbol de hoja perenne, tronco tortuoso y copa redondeada es uno de los más típicos del campo español, aunque su carácter ornamental y su significación le han procurado desde siempre un sitio en los jardines. Algunos ejemplares alcanzan los cinco metros de altura.
Las hojas son perennes, opuestas, lanceoladas y coriáceas. La cara superior es de color verde oscuro, y el envés, de un característico gris plateado. Las flores, que se disponen en racimos de 10 a 40 flores según la variedad, no son nada llamativas y su polen resulta alergénico. Constan de cuatro pétalos de color blanco o amarillento. Su fruto, llamado oliva o aceituna, es una drupa redondeada u ovalada según la variedad; con una sola semilla en su interior y que tiene un color verde intenso que se va tornando morado oscuro al madurar.
Es una especie de fácil cultivo y gran longevidad. Existen ejemplares centenarios e incluso milenarios. Prefiere los suelos arcillosos, aunque es capaz de adaptarse a cualquier terreno. Exige pleno sol para dar muchos frutos, y riego escaso. Soporta largos períodos de sequía, y no admite el exceso de humedad. Resiste los fríos intensos.
Cuidados
Prefiere los climas cálidos y soleados, aunque se puede adaptar a otros ambientes.
En los olivos jóvenes se debe dejar un solo tronco principal y eliminar los retoños; en los adultos conviene quitar las ramas secas y, a lo sumo, despejar levemente las ramas interiores. Hay varios insectos que lo atacan: la Psilla o pulga del olivo y la cochinilla, que chupan la savia. La llamada mosca del olivo deposita sus huevos en los frutos cuando estos son aún pequeños, ya la larva, con su voracidad, come la pulpa de las olivas. La cantárida, ataca los tallos tiernos y malogra la cosecha futura. Los olivos sufren también diversas enfermedades parasitarias como el moho amarillo o verdoso y la negrura.
Existe un fenómeno muy característico en el árbol del olivo denominado verecía. Es un fenómeno particular que consiste en que tras un año de abundante cosecha se sucede otro de pequeña o nula cosecha, sin que este efecto se desarrolle de forma bianual. Por lo que podemos concluir que se trata de un árbol que no tiene una cosecha uniforme.
Probablemente, la resistencia a diversos factores como la sequía, la salinidad y el fuego, del olivo es herencia de la aportación de las poblaciones ancestrales de acebuche, ya que las variedades de olivo son infértiles con el acebuche.